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Mostrando entradas de julio, 2004
  Voy a hacerme un calidoscopio   con las migas de pan que dejas en el mantel.   Voy a llorar un rato, para empaparme entera.   Voy a arañarte los desplantes de mi Barcelona extraña,   para que salgas del estómago de la ballena.   Tu feliz mundanal ruído,   se interpone entre el agua de mar   que tengo atrapada en el ombligo,   intentando como un loco   que ahogue todo el sexo   en una copa de vino.   Voy a llevarme mis supongos a la boca   para soplar...  
 Sale victorioso entre gemidos  de un coro de vírgenes de mentira,  marionetas de un club no tan selecto  que acabamos arrancándonos las cuerdas a mordiscos.   Deja la boca postiza en la mesilla   junto a las mismas frases malgastadas   de tanto subir y bajar caderas,   y se duerme   con la saliva espesa de un anciano,   y los ojos tristes de un niño.   
El verano es indigesto.
Dejé los dedos callados por fin, en las costuras militares de mi 26 pasillo. No tenía donde traerme su abrazo de echar de menos ni mi beso de quedarme un rato más. Tan cerquita de su normalidad que casi me quedo dormida con las uñas llenas de barro y los labios secos de la fiebre.  Dejé los dedos callados por fin, hurgando entre piel de sal y jarabe.