Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2004
Me desperté con los calcetines mojados y la peluca colgando de la mano, había estado soñando con los parques de plástico blanco, los ríos de ron de las aceras y los tambores. Los viajes de vuelta son estrechos, son húmedos y tristes, por eso siempre nos dormimos contra la ventanilla, sabiendo que nos hemos olvidado algo.
Los mostruos de Victoria bailan descalzos, la cabeza da vueltas en sentido contrario, las horas se precipitan por chocar contra el posavasos. Se me ha quedado un trozo de noche en la chaqueta, y el último bar se ha quedado con ella.
Borracho de angustia con hielo y fúgitivo del tedio de plástico. Hay una parada de autobús, un caleidoscopio en el ojo de la luna y esta boca que suena muy de vez en cuando. Yo me bajo en Madrid, flaca de tanto esperar, sentada en algún bordillo, para creerme que sigo buscando.
Palabras y cuerpos que aliviados significan menos. O nada. Sopla fuerte, y pide un deseo.
... y fueron felices y comieron perdices.
Ahora es un desconocido habitual ajeno a cada uno de mis dedos, le perdí entre tanta monotonía, el resto de él lo ignoraré siempre, un pasado sucio, tal vez imprescindible.