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Mostrando entradas de enero, 2008
Sumerge la cabeza entre mis piernas como lo hace el lobo en el venado, sonríe al ver la lluvia, escamas de pez, le parecen los restos del pescado. Devora como el oso, soy el bálsamo contra el hastío contra el hombre vaca, el hombre ocioso, el hombre ostra. El sol no le afecta, es inaccesible, un paria, un excluido portador de invisibles estrellas. Libre como el gato, como una vaca, como una ostra. Sale de mis entrañas sólo una vez para decirme “querida Circe, no presumas mañana, yo ya era un cerdo antes del banquete”.