El hombre vacío se revuelve
y vuelve
cuando nadie lo mira.

Le asoman las orejas de niño
por los marcos de las puertas
y las mujeres corren a esconderse
sujetándose las faldas con las manos.

De vuelta a casa, la noche entera,
las rodillas se doblan para quedarse sólo
anciano con el tiempo todo
con el tiempo eterno.

Y las horas no pasan, y la cama se enfría
y aprieta los dientes para sentir la lengua
quemada y abierta por las llagas
de morderse los dedos para engañar el hambre.

El hombre vacío se revuelve
y vuelve
cuando nadie lo mira.

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