No se ponga usted melodrámatica
eran días de epitafio,
de límites, de escupitajos,
de revolverse una las tripas
buscando el pan para la mierda.
No me llore más,
querida marioneta,
mañana será otro día
y ya no habrá más cuerdas.
Se encorba en el taburete
cuál gatillo de pistola,
y ya le dijo Ernest:
ahora que llega la primavera
incluso si es una falsa,
hay que buscarse un lugar
dónde ser más féliz.

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