Su ausencia era de las que se perdonaba o castigaban en persona. Llámalo recuentros arrepentidos o tardes perdidas imaginando excepciones. Será algo menos grande cuando deje de pisarte el hombro. Nunca nadie le ha ganado. Un rato de desmayo tal vez, unos ojos limpios en momentos de flaqueza. Ya lo intentamos, ya alguien se le alzó con un cuchillo en la mano, a él tumbado boca arriba, a él con las manos bajo las nalgas, pero suele despertarse a tiempo para hacer del drama un cuento.
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Historias con sabor a té: Justo cuando disolvía las lágrimas con la cuchara, volví a caerme dentro. Sin llegar a ver el fondo, estaba empapada en ese caliente olor a recuerdo insoportable. Nadé en círculos durante un buen rato, comprobando que no llegaba a ninguna parte, a ninguna esquina lo suficientemente grande como para esconderme. Me quedé flotando en el centro. Intenté recopilar las razones por la cuáles me veía de nuevo en aquella ridícula situación. Cuanto más pensaba más me hundía, así que dejé de compadecerme de mi misma. No podía flotar eternamente, miré hacia arriba y allí estaba yo, como cada tarde, en mi empeño por conseguir la cara más triste del mundo. Sólo cabía esperar que mañana pudiera seguir divagando desde el borde de la taza, con los pies ...
Un amigo me decía que su quiosquero le repetía constantemente:
-La vida hace esquina-
Todo lo que entraba y salía de la vida del viejo, sucedía en aquella esquina.
Pues bien, supongo que a unos les pilla más de costado que a otros,
y que lo único que pretendes, al fin y al cabo,
es que alguíen compre el coleccionable.
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