Su ausencia era de las que se perdonaba o castigaban en persona. Llámalo recuentros arrepentidos o tardes perdidas imaginando excepciones. Será algo menos grande cuando deje de pisarte el hombro. Nunca nadie le ha ganado. Un rato de desmayo tal vez, unos ojos limpios en momentos de flaqueza. Ya lo intentamos, ya alguien se le alzó con un cuchillo en la mano, a él tumbado boca arriba, a él con las manos bajo las nalgas, pero suele despertarse a tiempo para hacer del drama un cuento.

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