Mientras él busca las legañas
que ha perdido en las mangas del pijama,
yo intentó echar la incoherencia a un lado
para quemar a gusto las tostadas.

Mis días de morirme de pena
le suenan a canción del verano.
Se rie de mí, me compra huevos kinder
y le vendo la tragedia por un cocodrilo.

Cuando se hace tarde
y el chocolate se pega a los cojines,
cambiamos los vídeos por gomina
y los dos nos volvemos grandes.

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