Se comían las unas a las otras,
carcomidas en sillones secos.

Empachadas de vagancia pesada,
de té con dudas,de folios tristes.
Unas adjetivando frases como antibiótico,
otras perdiendo sandalias en dedos rotos,
otras dejando más de lo que llevan
o llevando poco para no llorar nada.

Un verano que parte
los días finitos de los perplejos,
un verano que parte
la necesidad de lo prestado.

Se miraban las unas a las otras,
dormidas en trenes diferentes.

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