Cuando llegué
aún olía a barro cocido.
La estatuas seguían ahí
sonriendo en la encimera de la cocina.

Volver a volver de ninguna parte
o de todos lados,
volver a gritar con los labios mordidos,
volver a tender al sol
al amigo desteñido que huye.

Cuando llegué
olía a pastel de nueces,
o a normalidad... no estoy segura.

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