Me desperté con los calcetines mojados y la peluca colgando de la mano, había estado soñando con los parques de plástico blanco, los ríos de ron de las aceras y los tambores. Los viajes de vuelta son estrechos, son húmedos y tristes, por eso siempre nos dormimos contra la ventanilla, sabiendo que nos hemos olvidado algo.
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