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Mostrando entradas de febrero, 2005
¿Cúando empezamos a tratarnos tan mal?
El niño era propenso a apoyar aún su cabeza en las sórdidas mañanas. Decide sorber tres cuartos de la luz de las persianas y decide cambiar de postura: un giro duro y vejiga hinchada. De repente: un súbita pestaña abierta.
Su ausencia era de las que se perdonaba o castigaban en persona. Llámalo recuentros arrepentidos o tardes perdidas imaginando excepciones. Será algo menos grande cuando deje de pisarte el hombro. Nunca nadie le ha ganado. Un rato de desmayo tal vez, unos ojos limpios en momentos de flaqueza. Ya lo intentamos, ya alguien se le alzó con un cuchillo en la mano, a él tumbado boca arriba, a él con las manos bajo las nalgas, pero suele despertarse a tiempo para hacer del drama un cuento.
No se sí me quería, o esperaba verme, o se le quedó atascado mi determinante posesivo dentro, gordo, hinchando, tal vez puse el agua muy caliente. Como siempre sale mal puedes sonreirme a mí o a penas.
Tienes razón, al final en algún momento alguien algo.